El problema de los desahucios en España ha adquirido una gran relevancia en las últimas semanas. El caso de Marina, una mujer de 94 años que fue desalojada de su hogar en Lavapiés, Madrid, por una deuda de 12.000 euros, puso de manifiesto la difícil situación que atraviesan muchas personas mayores en el país. A pesar de la gravedad de la situación, este problema no ha recibido la atención mediática que merece. Mientras tanto, el término «okupas» acapara gran parte de los titulares, desviando la atención de la verdadera problemática.

En este contexto, el cine se convierte en una herramienta poderosa para denunciar esta situación. Daniel Guzmán, reconocido director de cine, ha decidido abordar de manera frontal el tema de la gentrificación, los desahucios y los fondos buitre en su tercera película, «La deuda». Guzmán, quien busca que la vida real se refleje en sus obras, pretende dar voz a aquellos cuyas historias suelen ser ignoradas en los medios de comunicación.

Guzmán revela que la historia de «La deuda» tiene un trasfondo personal, ya que su madre y abuela vivieron en carne propia cómo Malasaña, un barrio de Madrid, experimentó un cambio radical debido a la gentrificación. Esta película, que bebe del cine negro pero no pierde de vista los problemas sociales, busca poner sobre la mesa una problemática que afecta a un gran número de barrios en España.

El filme narra la historia de una anciana y un joven que vive con ella, cuya convivencia se ve amenazada por el desalojo inminente debido a la compra del edificio por un fondo buitre. Guzmán enfatiza que «La deuda» aborda tanto la deuda económica como la moral, al tiempo que se sumerge en reflexiones sobre la culpa impuesta por la sociedad y la necesidad de segundas oportunidades en un sistema desigual.

El cineasta defiende la importancia de ir más allá de las apariencias y comprender las motivaciones que subyacen a las acciones de las personas. Busca ofrecer una visión más profunda de sus personajes, alejándose de los estereotipos habituales y mostrando la complejidad de las vidas de quienes se ven afectados por los desahucios y la precariedad habitacional.

Sobre el proceso creativo de la película, Guzmán destaca la importancia de la escritura como una etapa donde puede dar rienda suelta a su imaginación. Sin embargo, el montaje le plantea un desafío, ya que, a pesar de disfrutar del proceso creativo, también experimenta momentos de tensión al tratar de plasmar fielmente su visión en la pantalla.

Con «La deuda», Guzmán busca abrir una ventana a realidades que suelen ser invisibilizadas y ofrecer una visión más amplia de las problemáticas sociales que aquejan a muchos ciudadanos. A través de su película, el cineasta pretende generar conciencia sobre la necesidad de una mayor empatía y comprensión hacia aquellos que luchan por una segunda oportunidad en un sistema que a menudo les niega esa posibilidad. Con su obra, Guzmán establece un puente entre la narrativa cinematográfica y la realidad que busca retratar, evidenciando la importancia del cine como una herramienta para la reflexión y la denuncia social.