El viernes 12 de abril fallecía a los 87 años Eleanor Coppola, según un comunicado de la familia del que se han hecho eco medios como IndieWire. Ocurrió en su casa de Rutherford, California, poniendo fin a un matrimonio de seis décadas con su marido, el célebre director Francis Ford Coppola. Eleanor era asimismo madre de otra gran directora como es Sofia Coppola, y al margen de su vínculo con este linaje de cineastas (su hijo resulta ser además el guionista Roman Coppola), ella misma trabajó desde siempre en el cine, desempeñándose habitualmente como documentalista hasta dar el salto a la ficción.

Eleanor, quien había estudiado diseño en la Universidad de California, entró a trabajar en los departamentos artísticos de los sets de rodaje. Fue precisamente como asistente de dirección artística que conoció a quien sería su marido, Francis, justo cuando este debutaba como director en la película independiente Dementia 13, desarrollada en 1963. Eleanor y Francis se casaron ese mismo año y se mantuvieron asociados profesionalmente, de forma que no sea descabellado considerar a Eleanor en sí misma otra figura clave del Nuevo Hollywood.

En el marco de American Zoetrope, productora fundada por Francis, Eleanor estuvo presente en varios de los rodajes de su marido, siendo especialmente significativa su experiencia durante el desarrollo de Apocalypse Now. Durante este rodaje histórico, lleno de percances y retrasos, Eleanor documentó todo de cara a un libro (Notes on the Making of Apocalypse Now) y más tarde un documental que ella misma dirigió junto a Fax Bahr y George Hickenlooper. Corazones en tinieblas, estrenada en 1991, está considerado uno de los mejores documentales sobre cine jamás realizados.

Más tarde Eleanor repitió jugada con Legítima defensa de John Grisham, otro largometraje de Francis, y con Maria Antonieta dirigida por su hija Sofia (The Making of Maria Antoinette). En 2016 se atrevió a dirigir su primer largometraje de ficción, titulado París puede esperar y tratándose de una comedia romántica con Diane Lane. Cuatro años después, en 2020, rodó un segundo film independiente. Love is Love is Love sería su último trabajo tras las cámaras antes de su muerte.

El legado de Eleanor Coppola en la industria del cine es innegable, su trabajo detrás de las cámaras y su contribución al séptimo arte son dos de las muchas razones por las que su fallecimiento ha dejado un vacío en el mundo del cine. Su valiosa aportación al cine documental y su incursión en la ficción son un testimonio de su talento y dedicación a la cinematografía. A lo largo de su carrera, Eleanor demostró una versatilidad y compromiso únicos que le valieron un reconocimiento y admiración generalizados. Su partida deja una huella imborrable en la historia del cine y el legado de una mujer pionera en su campo.

Los colegas de la industria, amigos y fanáticos del cine ya se están pronunciando sobre su legado y la influencia que tuvo en el arte cinematográfico. Con una vida profesional rica y diversa, Eleanor deja un legado duradero que continuará inspirando a futuras generaciones de cineastas. Su contribución al cine, tanto como documentalista como en la ficción, deja una marca indeleble en el mundo del entretenimiento. Su pasión y compromiso con el cine seguirán siendo recordados y celebrados mucho tiempo después de su partida.