La nueva película del director Galder Gaztelu-Urrutia, «La fiebre de los ricos», se sumerge una vez más en temas universales como la distribución desigual de la riqueza, la falta de solidaridad y el egoísmo. Esta distopía apocalíptica parte de la premisa de un virus misterioso que afecta a los millonarios en todo el mundo y la plutofobia que desencadena, pero toma un giro inesperado hacia un drama migratorio en el Mediterráneo. Sin embargo, la trama es criticada por su ambición desmedida al intentar abarcar demasiado y no centrarse específicamente en ningún tema.

A pesar de sus defectos, la película logra mantener el interés gracias a las sólidas interpretaciones de actores internacionales de renombre como Mary Elizabeth Winstead, Timothy Spall y Rafe Spall. Estos talentosos intérpretes permiten entrever el potencial cinematográfico de Gaztelu-Urrutia, aunque la película queda a medio camino en su ejecución. El director bilbaíno ha demostrado una vez más su capacidad para abordar temas complejos y relevantes, pero la falta de enfoque puede haber socavado en cierta medida el impacto de su mensaje.

«La fiebre de los ricos» ofrece al público una mirada crítica a la sociedad contemporánea y a las desigualdades económicas, utilizando una premisa original y provocativa. Sin embargo, la transición del thriller apocalíptico a la reflexión sobre la migración lo deja en un terreno incierto, sin terminar de profundizar en ninguna de las temáticas planteadas.

A pesar de todo, el universo creativo de Gaztelu-Urrutia sigue siendo una de las propuestas más atractivas del panorama cinematográfico actual. Si bien «La fiebre de los ricos» no alcanza plenamente sus objetivos, no cabe duda de que el director sigue siendo una voz original y provocadora en el mundo del cine. Con su enfoque innovador y su mirada crítica, Gaztelu-Urrutia continúa siendo un realizador a tener en cuenta en el escenario internacional.

En resumen, «La fiebre de los ricos» es una película ambiciosa que no logra materializar totalmente su potencial. A pesar de sus problemas de ejecución, la impronta del director y la calidad de las interpretaciones mantienen viva la chispa del interés. Con su capacidad para abordar temas relevantes de manera original, Galder Gaztelu-Urrutia demuestra una vez más su valía como uno de los directores más interesantes del cine contemporáneo.