La película comienza con Charlot en la pantalla del cine, una bonita idea para captar la atención del espectador desde el principio. Ver a Gila viendo las aventuras del vagabundo eterno es la epifanía preciosa de esta película tan sorprendente, tan adulta, tan estupenda.

La historia se centra en los años de Gila durante la Guerra Civil, incluyendo el famoso episodio del fusilamiento frustrado. Sin embargo, es sobre todo una historia de amistad y amor familiar, mostrando cómo el humor puede salvar a uno del más terrible de los infortunios.

El teléfono, inmortalizado por Gila junto a sus dibujos, es otro de los elementos presentes en la trama. Morante logra introducir varios influjos inteligentes, consiguiendo un tono narrativo y dramático muy logrado, así como un equilibrio entre comedia y drama bélico. Además, rinde homenaje a La vaquilla de Berlanga, y su batalla final resulta digna del mejor de los filmes bélicos.

En este sentido, la película evoca a otras producciones de gran impacto bélico, como 1917, Hasta el último hombre y También somos seres humanos. A través de una cuidada dirección, Morante logra transmitir una fuerza y humanidad que atrapa al espectador. Todo esto se une para crear una película bella, un homenaje de hondo calado al maestro Gila.