Bajo el título especulativo, nos adentramos en un curioso drama que profundiza en las relaciones entre una anciana enferma terminal y el nieto que la cuida con suma delicadeza. A su alrededor, sobrevuelan familiares que aguardan ansiosamente la herencia. En contraste, la película nos sumerge en un paisaje costumbrista pleno de color y atención a la cultura local: desde la religión y sus rituales hasta la gastronomía omnipresente en el cine asiático.

DeAPlanetaBoonnitipat aborda el tema de los vínculos afectivos en un entorno inesperadamente más materialista que espiritual. Aunque exuda un sentimentalismo palpable, la obra resulta acogedora, ágil y simpática, con una ejecución impecable. Destacando por su definición del color y la descripción de ancestrales tradiciones, la película permite al espectador adentrarse en un universo vital y lleno de matices.

En cuanto a lo negativo, el registro sentimental a veces coquetea con lo meloso. Sin embargo, la película se revela como una propuesta interesante para aquellos que gustan de la cocina asiática y exploran temas familiares desde una perspectiva original. La dirección de Pat Boonnitipat y la labor del reparto contribuyen a un resultado final que cautiva por su enfoque en las relaciones humanas y su esmerada ambientación.

En resumen, no obstante el título inicialmente desacertado, la película nos sumerge en un cóctel de emociones ante la realidad humana que aborda con agudeza y sensibilidad. En última instancia, es un trabajo cinematográfico que nos atrapa por su capacidad de explorar la complejidad de las relaciones familiares y por su atención al color local y las tradiciones ancestrales. Un universo que, aunque situado en Tailandia, es capaz de resonar con audiencias de diversas latitudes.