Las diosas de la maternidad
¿No habéis pensado que quizá el secreto es que somos diosas? Somos creadoras de vida. De nuestra sangre, en nuestros órganos, con nuestro oxígeno, nuestro cuerpo crea huesos, piel, pone a latir un corazón, hace dedos, párpados, el iris, conecta neuronas, concibe algo totalmente nuevo, nos dividimos y una nueva persona que antes no existía llega a pisar el mundo. Nos tenemos que abrir en canal o que nos corten 7 capas de piel, músculo y grasa para sacarnos a un bebé de las entrañas. Parir es extraordinario, excesivo, maravilloso, doloroso y aterrador, diríamos que milagroso si no fuese lo más humano y animal que pueda existir.
La sociedad no nos da ningún mérito. La misma sociedad que calcula tu valor en base a tu capacidad de producir más y más para el capitalismo ve como un lastre que entregues tu vida para crear otra. Después de 10 meses nos enfrentamos de repente a la soledad moderna, a un sistema individualista que además juzgará que vuelvas a trabajar y dejes a tus hijos/as «abandonados» en una guardería tanto como que te quedes en casa y dejes de ser la mujer que eras. Tienes que volver a ser tú aunque todo tu mundo haya cambiado, pero no demasiado tú, que eso no es maternal.
¿Y el reparto de la carga física y mental? Una utopía. ¿Cómo es posible enfrentarse a algo así, tan fascinante como agotador, sin transformarte en el camino? ¿Cómo es posible afrontar los desafíos de la maternidad sin conectar con nuestros instintos primarios? ¿Cómo se aceptan sus contradicciones emocionales y sociales sin rabia, domesticando a la bestia para no parecer una loca, o peor, que odias a tus hijos?
En este contexto, la película ‘Canina’ cobra relevancia, donde Amy Adams interpreta a una mujer que sufre los embates de la maternidad y la sociedad. Adaptada de la novela de Rachel Yoder, la historia retrata la frustración de su metamorfosis de mujer a madre, esposa y ama de casa convirtiéndose poco a poco en un perro. La premisa esperpéntica de la familia funcional y presuntamente sana en la que solo uno de sus miembros ha sacrificado la vida fuera del hogar, o simplemente su identidad previa, para maternar.
El personaje de Adams no odia ser madre, al contrario, pero sí odia ser el tipo de madre que se queda atrás mientras su marido conserva su trabajo y amigos, el tipo de madre que ha renunciado a su vocación para dedicarse por entero a una profesión en constante e incesante juicio. Pasa los días cuidando a su hijo de dos años y medio mientras el padre es totalmente ajeno al sentimiento de decepción que la está oprimiendo y la abrumadora pérdida del sentido de sí misma en un ejercicio tan habitual de negligencia e ineptitud. La película nos lleva a reflexionar sobre esta complejidad de emociones y situaciones a las que muchas mujeres se enfrentan.
Aunque ‘Canina’ es principalmente una comedia, hay elementos en ella de película de monstruos y body horror. Una mata de pelo, cola y seis pezones extras empiezan a aparecer en el cuerpo de la madre, aunque nunca sepamos con certeza si lo que estamos viendo es real o no. Es una metáfora de la transformación psicológica y psicosomática que vive el personaje, reflejando las ansiedades de la maternidad y la oportunidad de relacionarse con otras madres a través de la figura de un perro.
La película destaca por su alegato por un reparto más justo y equitativo de la carga mental de la familia. A su vez, la interpretación de Amy Adams y la capacidad de mutación de su personaje nos sumerge en la realidad de muchas mujeres que se enfrentan a la maternidad en un contexto social que no siempre valora su labor.
En conclusión, ‘Canina’ nos ofrece una reflexión cruda y realista sobre la maternidad, mostrando las contradicciones y desafíos que enfrentan las mujeres en su rol de madres. A pesar de ello, la película no logra mantener el ritmo y el final resulta decepcionante, lo que contrasta con la intensidad y la rabia que transmite en su desarrollo. Sin embargo, su llamado a un reparto más equitativo de las responsabilidades familiares y su visión sincera sobre la maternidad son aspectos que merecen ser reconocidos y valorados.