El Queen Mary ha permanecido atracado en Long Beach, California desde 1964, convirtiéndose en una atracción turística popular. Este emblemático barco se ha mantenido visible para los visitantes a través de diversos tours, incluyendo aquellos especializados en su extenso legado de presencia fantasmagórica. Recientemente, ha sido el escenario principal de la película dirigida por Gary Shore, quien ha sabido sacar partido de la oportunidad de filmar dentro del barco, logrando una ambientación auténtica y elegante.
La trama de la película se desenvuelve en dos períodos de tiempo diferentes. Por un lado, nos trasladamos a los años 30, época de esplendor del barco, donde un veterano con media cara desfigurada se aventura en una fiesta de carnaval, entrelazando astutamente drama y estética cautivadora. Sin embargo, en el presente, la historia protagonizada por un matrimonio que intenta mapear el barco se desenvuelve de manera menos interesante.
A pesar de la fascinación generada por las escenas que transcurren en los años 30, el metraje de la película resulta excesivo, extendiéndose dos horas cuando bien podría haberse resumido en una hora y media. Además, la trama actual carece de coherencia, lo que desafortunadamente deja un sabor agridulce en la experiencia cinematográfica.
En definitiva, la película nos deja la sensación de un viaje que acumuló retraso en su desarrollo, aunque no podemos evitar recordar algunos momentos memorables que la hicieron una travesía inolvidable. El Queen Mary, famoso por haber sido el más rápido en atravesar el Atlántico, sigue siendo un ícono que despierta interés y curiosidad por su rica historia y su legado fantasmagórico, el cual merece ser explorado en su totalidad.