La música ha desbordado el cine español en 2024. El abanico de historias sobre grupos y autores como Segundo premio, La estrella azul o Waldo ha alcanzado notas altísimas.

Itoiz Udako Sesioak, algo así como ‘Las sesiones de verano de Itoiz’ abre el desván de la memoria de un episodio de la historia del rock vasco que parecía cerrado. La figura de Juan Carlos Pérez, hijo de gallegos que se convirtió en el líder de Itoiz, una banda de éxito en euskera (ellos mismos juegan siempre en las fronteras del oxímoron), algo a a contracorriente (frente al rock radical vasco) en el convulso ambiente sociopolítico del Euskadi de los 70 y los 80, sirve de hilo conductor para este documental que coloca al protagonista frente al hallazgo unas viejas cintas que provocan una evocación proustiana sobre el pasado de un creador, de una banda y todo un país (dentro de otro país).

El foco de luz hacia el pasado que suponen esos sonidos está sustentado en unas valiosas imágenes de archivo, en el cara a cara de Pérez con sus compañeros, y, sobre todo (y es la clave de sol del filme), en esa elegante y pausada escucha del protagonista de su propia música, que le sorprende por la fuerza de su talento (como a cualquier espectador ajeno al nivelazo de Itoiz) y le lleva a espacios inextricables de la memoria.

El documental logra sumergir al espectador en la atmósfera de los años en que Itoiz forjó su leyenda y marcó una época dorada para la música en Euskadi. La narrativa se entrelaza con las vivencias personales de Juan Carlos Pérez, mostrando momentos íntimos y reveladores que permiten comprender la génesis de su obra y el impacto que tuvo en la sociedad de la época. Entre entrevistas a protagonistas del movimiento musical vasco y fragmentos de conciertos que transportan a la audiencia a esa época de efervescencia cultural, el documental construye un retrato completo de la historia de Itoiz.

La música, como tejedora de recuerdos, logra evocar una época que muchos han olvidado o desconocen. Es así como Itoiz Udako Sesioak contribuye a preservar la memoria colectiva y a reconocer la importancia de una banda que trascendió fronteras, no solo geográficas, sino también musicales y socioculturales. El filme se erige como un tributo a la creatividad, al coraje de desafiar las tendencias dominantes y al poder de la música como vehículo de expresión y resistencia.

En definitiva, Itoiz Udako Sesioak invita a sumergirse en la historia de un grupo que dejó una huella imborrable en el panorama musical vasco, y que, a través de este documental, resurge con fuerza para conquistar nuevas generaciones ávidas de conocer sus raíces musicales. La experiencia de adentrarse en el universo de Itoiz a través de esta obra fílmica es, sin lugar a dudas, un viaje en el tiempo lleno de emociones y descubrimientos, tanto para quienes vivieron aquella época como para las nuevas audiencias que podrán apreciar la trascendencia de su legado.