La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia marcó un cambio abrupto en el poder político con el ascenso de los bolcheviques al gobierno tras derrocar al gobierno provisional de Kerenski. Con la llegada de los bolcheviques al poder, se descubrió la influencia del cine como una poderosa herramienta de propaganda. Para Lenin, el cine era «la más importante de todas las artes» y se decidió utilizar este medio para difundir la revolución en todo el país. Fue así como comenzaron a producirse películas estatales a partir de 1918, y en solo dos años, la industria del cine fue completamente nacionalizada.

En los primeros años, el gobierno tuvo que afrontar una guerra civil contra contrarrevolucionarios, nacionalistas y monárquicos que buscaban restaurar el régimen zarista. El Ejército Rojo, liderado por Trotsky, enfrentó serios desafíos por parte del llamado Ejército Blanco. Ante este escenario, el cine se convirtió en un importante aliado para el gobierno leninista.

Para levantar la moral de las tropas en el frente oriental, se crearon los «trenes de agitación», llevando consigo medios para publicar diarios y folletos, una compañía de teatro y un equipo de cine. Después de recuperar Kazán, estos trenes se desplegaron en una gira que duró tres meses y se extendió por pueblos y aldeas a lo largo y ancho del país. Incluso Lenin mismo dio su apoyo al proyecto en noviembre de 1918, inaugurando el «tren rojo» que exhibía películas especialmente dirigidas a niños y material de propaganda revolucionaria.

El equipo cinematográfico se convirtió en un estudio móvil autónomo, eliminando la necesidad de enviar material a un comité para su edición y montaje. Las filmaciones se realizaban durante el día y se editaban por la noche para proyectar al día siguiente. El camarógrafo Edward Tisse, quien más tarde se destacaría como director de fotografía junto a Eisenstein, estuvo al frente de estos trenes.

La noción de «agitación» estaba presente en la estrategia de difusión, buscando estimular e incitar a la acción. Esta táctica se alineaba con la popularidad ganada durante la guerra civil, y llevó al comité a realizar filmaciones de poemas satíricos de Demian Bedni, consolidando así el cine como una herramienta revolucionaria.

Más adelante, en la primavera de 1919, se organizó un nuevo tren de agitación para contrarrestar las ofensivas del almirante Alexander Kolchak. Posteriormente, en 1920, el cine ruso pasó a ser totalmente nacionalizado, pero los trenes de agitación continuaron desempeñando un papel importante. El propio Lenin envió al comité un documento detallado para mejorar su eficacia, priorizando temas relacionados con la agricultura, industria, ciencia y contra la religión en las proyecciones.

Incluso figuras destacadas como Sergei Eisenstein participaron en estas actividades, dejando una huella significativa en el desarrollo del cine soviético de los años 20. Su trabajo no se limitó a pintar carteles para decorar los trenes de agitación, sino que también desempeñó un papel relevante en el teatro de los trabajadores, consolidándose como una figura influyente en la industria cinematográfica de la época.